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ArturoWolff
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EL nado del cisne

The Swan Swims
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El nado del cisne



       La mañana era cálida y serena. Los rayos del sol penetraban las ventanas de una mansión de gran belleza, tenía por fuera un aspecto delatador de la época renacentista del humano; con piedra blanca y un tanto amarillenta por los años, además de unas gárgolas de roca volcánica que hacían guardia en la entrada, y un poco más en frente unos pequeños jardines con flores blancas y azules además de una muy baja barda hecha exclusivamente de arbustos cortados de forma rectangular; conectados homogéneamente uno al otro.
       Por dentro; la luz del sol nos enseña un contraste de colores oscuros y claros, blanco con un tanto de morado oscuro –conectados por los detalles interiores de diseño gótico, provocando que al entrar por la puerta principal; se diera la ilusión de ser algo completamente distinto a lo que aparentaba por fuera. Con pasillos largos y decorados con vasijas vacías y otras con flores; además de cuadros y pinturas colgando de las paredes, podías recorrerlos hasta llegar a las alcobas, los estudios, y muchas otras habitaciones de uso múltiple que pudieras imaginar. Para hacer la experiencia aún más surreal; las decoraciones, la mueblería y los acabados, terminaban resaltando su edad al mezclarse con cosas dignas del siglo XXI, luz eléctrica iluminaba los lugares donde el sol no llegaba. Un auto lujoso estacionado afuera con descapotable, la cocina tenía microondas; estufa y un gran televisor para ver a la hora del desayuno y la merienda –desde una cómoda mesa no muy lejos de la barra para cocinar. Era como si el pasado se hubiera quedado en pie y poco a poco fuera absorbido por el pasar del tiempo, pero sin deteriorarse en lo absoluto. Como si todas las épocas sucedieran a la misma vez.
       En esta mansión vivían dos demonios, Andrealphus; que poseía el porte humanoide, pero su cuerpo era el de un pavorreal. Y su hermana, Stella; que gozaba de la misma forma semihumana, pero su aspecto era el de un cisne.
       Ambos blancos de plumaje, Andrealphus resaltaba su figura de una manera elegantemente delicada y afeminada que escondía por completo su masculinidad a la vista del ignorante. De ojos azules como el hielo de un glaciar o un iceberg, y un pico del mismo color. Las plumas de su cola empezaban de un color blanco y terminaban en un azul radiante, las puntas además de forma romboide y azul uniforme, sus patas terminando en garras igual que un ave. Parecía una creatura nacida del hielo y el frio; pero tenía una personalidad hirviente y agresiva con cualquiera que no considerara su igual. Su voz es masculinamente femenina y su porte al caminar el de una elegante doncella. Siempre vistiendo tonos iguales a los de su cuerpo era difícil saber dónde empezaba y terminaba su atuendo.
       Stella era hermosa en su propia moda también, su aspecto era blanco como la nieve y sus plumas degradaban a un tono rosa pastel que era delicado a la vista, con ojos de un rosa igual y pestañas gigantescas sus cejas resaltaban solamente por el fuerte tonado negro que las pintaba. Su pico era de un rosado similar al que ya portaba en todo su cuerpo, pero un tanto más mate. Su aspecto era firme y sensual a cualquiera que la viera, con una delicada cintura y unas caderas sutilmente amplias; era como ver un reloj de arena. Sus pechos eran bellos y conservadores y su cuello fino y delicado, sus patas igualmente terminando en garras. Ella también vestía sus propios colores; pero con acentos negros que, a diferencia de su hermano, delataban sus prendas y la hacían ver aún más hermosa.
       Sus habitaciones también combinaban con ellos. La habitación de Andrealphus usaba arreglos y mueblería de la época del romanticismo, todo de colores blancos y azules y un tanto de morado. La alcoba de Stella parecía salida del siglo XX, de forma más exacta, parecía una réplica de lo que verías en barcos como el Titanic. Elegante y fragante, todo en tonos de rosa distintos y plagado de pequeños detalles blancos.
       Mientras que el cuarto de Andrealphus todo buscaba resaltar y atrapar tu mirada, el de Stella era uniforme y dulce a la mirada, como si fuera sacado de una casita de juguete.
       Aunque esta mansión era su casa, Stella llevaba poco que volvía a vivir allí. Después de 18 años de matrimonio, Ella volvía a la soltería, y esta recuperada libertad le llenaba la mente de nuevas esperanzas. También de felicidad.
       Una mujer como ninguna otra, marques en el piso del orgullo. Stella es una mujer determinada y que sabe lo que quiere; o eso es lo que ella cree. Pero a pesar de ser un demonio, tiene un interior dulce que a nadie deja ver, una ventana a su juventud donde las cosas eran más simples y no afrontaba aún la realidad de su entorno.
       Cualquiera que la haya conocido te dirá que es una mujer orgullosa. La menor inconveniencia, o incluso unas palabras fuera de la raya la mandan en un espiral profundo de furia infernal. Y esa es la parte más amable de ella. Un demonio obstinado. Ella busca ser siempre superior en cualquier conversación sin importar si está en lo correcto o no. Piensa que los demonios inferiores deben aprender su lugar, y entender que sin importar que, ella es la que tiene la última palabra. Ama estar a cargo, le da una sensación de poder que la vuelve la misma definición de la auto confianza. Pero también una mujer muy terca.
       En palabras más simples: Es la creatura más hermosa y un demonio peligroso que odia equivocarse. El ejemplo perfecto del demonio perfecto.
       Su hermano no se queda atrás. Andrealphus, conocido por disfrutar de convertir humanos en pájaros y con una cercanía al rey de la lujuria; Asmodeus, es un demonio pecaminoso, morboso y gusta de jugarle bromas a los demás –incluida su hermana.
       Soberbio y muy apto para las ciencias astronómicas y la geometría. Le dan una personalidad casi de profesor, lo cual luego también emplea para sus fechorías adulteras. De allí en fuera es igual a su hermana.
       Pero muy en el fondo Stella esconde una segunda personalidad, una que ni ella misma conoce. Dulce y atenta, dispuesta a amar con una infinita pasión y cariño. Ya te imaginarás que tipo de historia de amor será esta, para tener de protagonista a tan problemática mujer.
       Todo comienza en este día, Stella desayunaba en el comedor tranquilamente una ensañada, yogurt y granola mientras en su celular revisaba sinstagram, realmente nada importante hasta que llegó Andrealphus, que al querer servirse de lo mismo se percató de que la despensa se había terminado.
       —¡Por amor a Lucifer! —Andrealphus dijo en tono hastiado—. Te dije que me avisaras cuando hiciera falta comprar más comida, este no es tu palacio donde hacían las compras por ti.
       —Tranquilo. —Comentó Stella indiferente al humor de su hermano—. Tampoco es como que hubiera mucho de qué comer.
       —Perdone su majestad, es solo que antes aquí solo vivía una persona, y la otra come lo de tres. —El siguió con tono sarcástico—.
       —Ugh... Relájate quieres. —Stella se había ofendido con el comentario—. Iré yo misma a hacer la despensa, sirve y aprendes como se hace.
       —No pienso acompañarte hermanita.
       —No te preocupes, no pienso llevarte.
       Stella terminó de desayunar y se retiró a su habitación. Se visitó con un gran sombrero de morado oscuro, unos guantes negros largos hasta sus codos; pero que no cubrían sus dedos, una blusa negra sin mangas y con un recortado escote además de no cubrir más que su pecho, y unos pantalones de licra oscuros que pegados a su cuerpo resaltaban su figura maravillosamente. Unos lentes de sol de cristal rosado y armazón gris y estaba lista para salir.
       Aún si era a tareas simples, Stella siempre buscaba verse bien a donde fuera, no podía permitirse el que otros la vieran en un estado descuidado.
       El auto personal de Stella era un Mercedes-AMG SL rosado, descapotable, deportivo. Ella realmente no sabe de autos, pero no podía negarse lo bien que se veía en uno, y el hecho de no tener techo le servía bastante al ser una mujer muy alta.
       A decir verdad, Stella sabía poco de lo que tenía que hacer, que comprar o a donde ir. Años dependiendo del personal del castillo de Stolas; su exmarido, le habían hecho despreocuparse por esas tareas, y si acaso salía de compras era a centros comerciales, donde definitivamente no encontraría lo que necesitaba.
       Ayudándose de su GPS en el teléfono logró dar con un supermercado; Hellgreens, estaba repleto de distintas creaturas demoniacas, imps, hellhounds, hellborns, y muchas otras más. Todos, creaturas de distintas clases sociales. Además, era un lugar gigantesco; por dentro y por fuera, intimidaba a Stella, pero no dejaría que nadie se diera cuenta. Tomó un carrito a la entrada del establecimiento y como si fuera un centro comercial, lo exploró ala por ala, para averiguar donde estaría lo que debía comprar.
       Varias veces fue sorprendida por otros compradores que iban a toda velocidad por los pasillos, o que se aventaban con todo y carrito a las filas o a los que estorbaban, incluida a ella. Por fuera se veía tranquilo, pero por dentro parecía un campo de guerra de las compras; y ella no estaba lista.
       Creerías que lo habría experimentado antes, pero siendo de la realeza podía simplemente pedir lo que quería y se lo daban, sin tener que hacer filas o pelear por las cosas. Cuando ella iba era solo a curiosear con sus amigas y presumir. Esto era por completo una experiencia nueva para ella.
       De repente, alguien detrás de ella le habló.
       —D.…Disculpe señorita... ¿Podría...? —Decía la voz nerviosa—.
       Al Stella reaccionar, vio que era un pequeño imp de ojos amarillos, cuernos chuecos blancos con grandes franjas negras y pelo blanco, traía un saco negro muy mono y una pajarita roja del mismo tono que su roja piel, con una larga y delgada cola que terminaba en punta. Sus pies semejantes a los de una cabra carecían de zapatos, mostrando sus pezuñas. Pero sorprendida por la modestia inesperada del imp se quedó en silencio.
       —Quiero tomar uno... —Continuó—.
       Stella al reaccionar se dio cuenta de que estaba estorbando entre él y un estante de cereales. Inmediatamente dio unos pasos para cederle la oportunidad.
       —Usted no viene mucho a aquí, ¿Verdad? —Continuaba el imp que ahora tenía en su carrito una caja de VoxO’s, con una figurita misteriosa incluida en cada caja—. No lleva nada aún en su carrito y-
       —N.…No te importa. —Respondió Stella arreglándose sus lentes—.
       Stella no podía creer que había tambaleado en su habla, ¿Por qué sentiría vergüenza de que estorbaba a un plebeyo? Además ¿Por qué se movió? Las compras del imp no eran su problema en lo absoluto. Y lo más sorprendente de todo, ¿Cómo era que no la reconoció?
       —Yo vengo aquí todo el tiempo, si quiere puedo ayudarle.
       —No necesito ayuda. —Reafirmó Stella acomodándose las plumas de su cabeza como si fueran cabello—.
       —Llevaba parada allí 10 minutos. —Continuó él—.
       —¿Cuál es tu nombre? —Preguntó Stella—.
       Estaba un tanto sorprendida por la valentía del imp a hablarle como si nada, trataba de enojarse con él, pero era como si algo se lo impidiera.
       —Moxxie. —Le contestó—.
       —Bueno... Moxxie. Mi nombre es Stella, de los GOETIA. Si es que esto te suena familiar. —Continuaba ella tratando de darle una idea de con quién estaba hablando de forma tan indiscreta—.
       Moxxie si reconocía el nombre Goetia, pues su jefe era íntimo amigo de alguien de la familia. Stolas, el exesposo de Stella. ¿Y su jefe? Con quien le ponía los cuernos a ella. La entera razón del divorcio. Pero Moxxie no sabía mucho del drama, la verdad es que poco le importaba y poco le informaban, pero conocía el estatus de los Goetia, su mando en todo el infierno en cada nivel de la aristocracia.
       Ahora, él sabía que Stella era casi reina; por estar casada con el príncipe Stolas, pero ahora divorciada volvía a ser marquesa. Esto él no lo sabía.
       —¡Su alteza!
       Moxxie inmediatamente hizo una referencia que sorprendió a más de una creatura presente, pero con el caos que había poco les duraba la sorpresa antes de ser empujados o golpeados por otra. El continuó:
       —Permítame entonces con mayor razón ayudarle.
       De forma casi inmediata abandonó su carrito y tomó el de Stella prácticamente a la fuerza. Este, al ser más grande que el suyo lo tenía viéndose como un niño cuando supone ayudar a su madre con las compras. Stella estaba aún más sorprendida. La reverencia la hizo sentir bien; pero, también la tomó por sorpresa la rapidez con la que Moxxie se adaptaba a la situación –casi se sentía mal, pero esa no fue la imagen que dio.
       —Supongo que puedes servirme de algo. —Contestó a los actos del imp—.
       Acostumbrada a ser temida y respetada casi parecía falsa su actitud agresiva hacia el pequeño Moxxie.
       —¿Qué venía a comprar su alteza? —Moxxie continuó tomando el control de la situación—.
       ¿Qué venía a comprar? Esa respuesta no la tenía, estaba allí para poner en su lugar a su hermano, pero ¿Qué hacía falta en la casa? Y las cosas que ella compraba ciertamente eran de una marca que definitivamente no venderían en un lugar cualquiera. Tenía que hacerlo decidir por ella sin que se diera cuenta que no sabía nada de lo que es hacer una despensa.
       —¿No es obvio? —Stella le respondió en su tono más mandón posible—.
       —Eh… No. Pero si me deja recomendarle el cereal que tomé yo.
       Moxxie estaba siendo honesto, no sabía a qué vino alguien de la altura de Stella, teniendo gente que hace estas cosas por ellos. Y aún más, a un supermercado cualquiera; seguramente había supermercados especiales para gente rica que él desconocía. Lo que Moxxie no sabía era que aun que, si existen lugares así, son tiendas dedicadas. Una que solo vende la mejor carne, otra que solo vende los mejores licores, etc. Cuando estaba con Stolas, el personal era tal que podían ir varios a comprar, haciendo parecer que todo se hacía en un solo viaje; aun cuando no era así nunca.
       Stella alzó una ceja viendo incrédula a Moxxie, ¿Qué clase de cereal comería un imp cualquiera? La caja era lo suficientemente descriptiva.
       “VoxO’s: La misma mierda que viste en televisión.” «Incluye figura coleccionable»
       ¿Era una broma? Cereal para niños.
       —Es una broma. No pienso comprar cereal para niños. ¿Eres un adulto? —Stella comenzaba a juzgarlo—.
       —Es porque es para niños que es tan bueno. Los otros cereales no tienen sabor. ¿Qué cereal come usted?
       Esa respuesta tampoco la tenía, de hecho; recordaba, de forma muy vaga que ese cereal es el que Octavia solía comer. Pero nunca lo había comido ella.
       —No como cereal, eso lo hace mi hija.
       —Entonces lo llevaremos para ella.
       Moxxie no tardó en aventar una caja al carrito, Stella solo se le quedaba viendo a él mientras seguía tomando el mando. De una forma muy tonta estaba funcionando su plan.
       Y de esta forma pasaron por todo el supermercado. En más de una ocasión Stella hacía comentarios insípidos de como lo que él le ofrecía era una versión inferior de lo que ella comía; y claro, Moxxie se tomaba la molestia de explicarle por qué le gustaba su recomendación. Hizo mayor labor de venta ese día que la tienda en toda su existencia –mientras que Stella solo tenía que menospreciarlo y aceptar de todas formas. Al final llegaron a la caja con más cosas de las que ella y su hermano podrían necesitar, Stella se sentía satisfecha; pero faltaba saber la reacción de Andrealphus, si es que se da cuenta.
       Una vez todo estuvo en el auto y Stella estaba lista para irse, pensó que sería una buena idea usarlo en general, para sus propias compras y cualquier otra actividad que no tuviera apetito de hacer. ¿Aceptará ser comprado?
       —Señor Moxx-
       —¡Oh, migajas! —Le interrumpió Moxxie—. Olvide por completo mis compras.
       Stella solo tenía que subirse a su auto e irse, así que Moxxie se sintió con la confianza de solo irse y comprar lo suyo. Pero ella quería comprarlo como su esclavo personal, la trataba aún como su antiguo título y eso le alimentaba el narcisismo de formas torrenciales.
       Así que lo siguió; caminando, perdiéndole de vista casi de inmediato pues él estaba corriendo a toda la velocidad que sus patas de cabra le permitían, lo que no le dio más opción que esperarlo afuera.
       Al cabo de unos minutos Moxxie salió derrotado; lo único que de verdad quería comprar, el cereal (y si, por la figura de colección), se había terminado aparentemente, y su carrito había sido asaltado por otros compradores –salió de la tienda tan derrotado que Stella no pudo evitar preguntarle que pasó.
       —Era la última temporada de la colección… —Respondió Moxxie tratando de no verse lastimado—.
       —Patético. —Aún preocupada por él, no dejaría sus insultos—. Sígueme.
       Moxxie realmente no sabía por qué, pero la siguió sin hacer preguntas –así de afectado estaba. Stella; astutamente, lo guio de regreso a su auto, donde le dio su caja del cereal.
       —Supongo que puedes verlo como tu paga por tus servicios.
       Los ojos de Moxxie brillaban como dos pequeñas estrellas, casi quería abrazar la caja como si fuera su regalo de cumpleaños o un lindo gatito.
       —Si te interesa, podrías trabajar para mí. —Stella se esforzó en no sonar interesada—.
       Pero fracasó, era claro que algo había hecho click en ella y no podía quitarse de encima el interés por un imp tan curioso.
       —¿Uh? ¡Oh! No puedo. —Dijo a secas—. Ya tengo empleo. Blitz me mataría si lo abandono.
       Blitz es su jefe, también esta Millie; su esposa, y Loona; la hellhound, juntos los 4 trabajan en I.M.P. Una agencia de asesinos a sueldo que viajan al mundo humano a liquidar a quien sea y cuantos sean. Moxxie era un asesino a sueldo.
       Stella reconocía el nombre, Stolas constantemente lo decía: «Blitzy, oh mi Blitzy» Lo que inmediatamente la hizo cambiar de humor, pero si Moxxie no sabía del engaño o del divorcio, seguramente podía mantenerse en su lado bueno y averiguar sobre Blitzy y vengarse por lo que le hizo.
       —¿Qué es tan importante que ese tal “Blitz” no puede sin ti? —Stella no pudo esconder su curiosidad—.
       —Nos pagan por matar gente en el mundo de los vivos. —Respondió Moxxie en un tono serio—.
       Moxxie era un imp que creía en el dicho “no juzgues a un libro por su portada” y lo llevaba a cabo en todo en su vida; incluso después de todos los insultos de Stella, el hecho de que estuvieran en ese momento hablando de forma tan casual era prueba de que no la juzgaba por lo que dejaba ver.
       Esto influye en su trabajo también, aun cuando le pagan por asesinar gente, su prioridad es saber que esa persona merece morir. Algo que le ha traído problemas con Blitzo, pero que se niega a cambiar.
       Por lo tanto, toma enserio su trabajo, y es capaz de cambiar su personalidad alegre y simplona para defender lo que hace.
       —Tu… matando humanos… ¿A punta de abrazos?
       —Para que sepa, en dos ocasiones mantuvimos a salvo a su esposo y a su hija. Tanto en Loo Loo Land como en el festival de la luna de sangre.
       Stella quedó sorprendida y en silencio. Sabía de las salidas de Stolas porque ella era quien lo mandaba asesinar una y otra vez, que él fuera el responsable por frustrar el plan de Striker solo la impresionó más. Si alguien como él tenía un jefe; y era Blitzo, más despertó su interés, y más quería deshacerse de él –no podía tener enemigos capaces de sabotearla.
       —¿Y cómo? Si eres un asesino. —Stella necesitaba información—.
       —B.…bueno su esposo nos contrató como guardias en ambas ocasiones. —Moxxie dijo nervioso—.
       Empezaba a sentir la mirada penetrante de Stella que ahora lo veía con una mirada de odio y rabia; pero es que esa era su cara cuando encontraba algo que deseaba poseer.
       —Entonces te contrato como mi guardia personal. —Stella remató su interés—.
       —No es así de simple, tiene que hablar con él y debe aceptar y-
       Stella interrumpió a Moxxie con el simple acto de sacar su teléfono celular y extenderlo hacia él.
       —Háblale.
       Moxxie tenía dos preocupaciones en ese momento. ¿Aceptaría Blitzo? Y ¿Por qué tanta necedad de tenerlo bajo control? Él no sabía las respuestas, pero eran claras; siempre y cuando le paguen con dinero, Blitzo aceptará, y Stella ahora más que nunca quería una forma de llegar a Blitzo y acabar con él. Además, sabía que negarse a marcar sería una pésima idea.
       Moxxie aceptó hacer la llamada y Stella puso el teléfono en altavoz.
       —¿Quién eres y quien te dio mi número?
       —jefe, soy yo, Moxxie.
       —Moxxie, ¿Qué mierda quieres?
       Stella interrumpió la llamada ahora que sabía que era él, después de todo lo recuerda del día que le cayó encima diciendo “me cogí a tu marido” y salió corriendo.
       —Señor Blitz, es de mi interés contratar a su empleado Moxxie para ser mi guardia personal cuándo y dónde yo lo demande.
       —No sé quién seas tetas dulces, pero somos asesinos. No guardias de seguridad.
       —Pagaré el doble.
       —Moxxie, ya escuchaste a la cliente.
       —Pero señor… oh migajas.
       Stella colgó la llamada. Había tenido éxito., ahora tenía a Moxxie para ella sola.
       —Sube al auto, Moxxie.
       Stella hizo con su mano un abanico apuntando al suelo, señalando que se moviera. Ella se acomodó sus lentes; que en todo este tiempo no se había quitado y ahora menos lo haría, y se subió a su auto manejando de vuelta a su casa con toda su despensa y un imp que ahora se preguntaba ¿Qué hice?
      
       ***
      
       De regreso en su mansión, Andrealphus ni siquiera se había molestado en esperar a Stella. Estaba muy entretenido viendo la televisión en su habitación mientras dos rebanadas de pepinillo descansaban sobre sus ojos y su cara era cubierta por una mascarada verde claro, realmente no veía la televisión, solo la escuchaba, y eso tampoco era del todo cierto –se había quedado dormido en el sillón con la televisión encendida y la llegada de Stella fue lo que lo despertó al son del azotar de la puerta principal.
       Y mientras Stella iba entrando con varios imps detrás de ella cargando las cosas; Moxxie estaba nervioso, no era el palacio de Stolas. ¿Dónde estaban? Se preguntaba mientras la ansiedad lo consumía.
       —Olvide decirte, esta es mi casa. Stolas y yo nos divorciamos.
       Stella le explicó mientras indicaba a los otros imps dónde poner las cosas a la par que seguía hablando:
       —Pero deberás dirigirte a mí como lo has hecho hasta ahora.
       —Si, su majestad. —Respondió Moxxie sin chistar—.
       Moxxie quería hacer mil preguntas respecto a esto, sabía que Blitzo tenía amoríos con Stolas, pero no sabía que Stella estaba enterada de esto, mucho menos sabía que se habían separado. Sinceramente empezaba a dudar de todo lo que sabía. Incluso empezaba a especular si tenía algo que ver con su insistencia por contratarlo. Lo peor era que; al no negociar una tarifa o tiempo, no podía adivinar cuanto tiempo tendría que estar con ella ese día, o días. Para lo que a él concernía –Blitzo lo vendió.
       Andrealphus se percató de Moxxie, y de la extensa despensa que iba detrás de él y Stella. La curiosidad tomó lo mejor de él y se dirigió a la cocina con los demás.
       —Oh, hermano. —Stella vio a Andrealphus—. Puedes tragarte tus palabras ahora.
       Él se asomó a la despensa que había traído. Frutas, verduras, carne de varios tipos. Lácteos, el cereal de Moxxie (el cual Moxxie olvidó separar), y todo lo demás.
       Después de unos minutos de silencio mientras hacía de juez y verdugo, Andrealphus volteó a ver a su hermana con una cara que aparentaba aceptación y orgullo; Stella casi se la cree y su plumaje se erizó de la satisfacción. Pero al no poder aguantarlo por mucho tiempo, empezó a reír.
       —Hermanita, no necesitamos la mitad de estas cosas y la otra parece comida de... bueno... proletariado. —Andrealphus perdió el control de su risa—.
       Stella se erizó aún más pero ahora roja de rabia, sus ojos se abrían por completo y sus manos; vueltas puños, temblaban de la impotencia. No soportaba que nadie se burlara de ella, y no podía pensar en una excusa que le devolviera el orgullo que estaba perdiendo.
       —H-Hey es muy buena comida. Es lo que como todo el tiempo. —Defendió Moxxie—.
       Andrealphus reía con una exageración ofensiva que Moxxie apenas podía tolerar. Trataba de no llevarse una mala impresión de las cosas, pero a cada burla se le hacía más difícil.
       —Perdona imp, la incompetencia de mi hermana te está haciendo quedar mal. —Le confortó—.
       — Si no te gusta puedes hacer las compras tu cuando te acabes esto. —Respondió Stella orgullosa—.
       —Hohohoho, hermanita. Tú te vas a acabar esto.
       —¿Le tienes miedo a la comida que te compré con tanto amor, Andrealphus?
       —Le tengo miedo a intoxicarme por comer basura.
       Stella furiosa con su hermano comenzó a levitar la comida, acercando un plátano a su cara.
       —Empieza por esto entonces, escuché es bueno para el dolor de estómago.
       Moxxie temía por una batalla entre los dos y deseaba con todo su ser salir de allí y volver a casa. Poco a poco se hacía para atrás y casi lograba salir de la cocina, pero Stella lo detuvo aventando la banana con la que amenazaba a Andrealphus.
       —¿Y tú a donde mierda crees que vas? —Gritó Stella—.
       —Y-Yo solo iba por… algo al auto. —Tartamudeó Moxxie—.
       —Llévate esto y nos vemos mañana.
       Stella levitó el resto de las bolsas de compra hacia Moxxie, que apenas podía cargar con ellas. Era una torre que fácilmente equivalía a cargarse a sí mismo.
       Con mucho esfuerzo salió siendo escoltado por uno de los imps empleados de la mansión; que le pidió un taxi y volvió a su casa, con Millie –donde se percató que de todo lo que se llevó, olvidó el cereal.
       Andrealphus, mientras tanto –un tanto curioso por Moxxie y que Stella lo estaba citando para el día de mañana.
       —Bueno hermanita, vas a explicarme sobre él ¿Verdad?
       —Maxxie, no, Moxxie. Él trabaja para Blitz, el imp con el que se acuesta Stolas. Lo usaré para llegar a él y deshacerme de su asquerosa existencia. —La voz de Stella parecía la de un villano de película contando su malvado plan—.
       —¿No sientes que estás un tanto obsesionada? Ya no están juntos, con el divorcio seguro le quitas el palacio o al menos dinero.
       —Ese perdedor no valora esas cosas, valora a Octavia y su imp. Si quiero arruinarlo debo quitarle ambas cosas.
       —Bueno hermanita, sabes que cuentas conmigo.
       Después de pedir comida a domicilio para la cena, se sentaron Andrealphus y Stella en la sala a comer y beber. Mientras deliberaban en como llevarían a cabo las cosas.
       Desde usar magia para torturarlo, como mandarlo por un portal al espacio, al Vaticano para que sea exorcizado, etc. Andrealphus sin embargo optaba por un plan simple pero efectivo desde su punto de vista.
       —Llegas, saludas al imp. «Hola imp»
       —Los dos son imps, seguro habrá otros.
       —Bueno, saludas a Blitz. «Hola Blitz», y sacas tu arma volándole los sesos, vamos al bar de Asmodeus a celebrar y esperamos a que todo pase.
       —También tendré que matar a Moxxie.
       —Ok, ok, saludas a Blitz. «Hola Blitz» Y sacas tu arma volándole los sesos, después volteas a ver a Moxxie y le disparas también, vamos al bar de Asmodeus a celebrar y esperamos a que todo pase.
       —Suena bastante simple.
       Ambos rieron y brindaron.
      
       ***
      
       Mientras tanto, Moxxie estaba en casa con Millie.
       Como la mayoría de los imps que no trabajan para la realeza, Moxxie vivía en los suburbios del círculo del orgullo. Mas específicamente; en Imp City. Aunque normalmente nacen en el círculo de la ira, orgullo e Imp City eran por así decirlo; el pináculo de la sociedad moderna en el infierno, siendo ira algo así como el área rural. Si querías armarla en grande debías subir a orgullo y triunfar allí.
       Fue allí donde conoció a Millie; originaria del círculo de la ira, viviendo en la granja de sus padres, buscó salir adelante en su vida y formar parte de algo más grande. Millie; o Mildred, como la llamaron sus padres –es de un aspecto similar a Moxxie, mientras él tiene pelo blanco ella lo tiene negro, pero los ojos son igual de amarillos, pequeños cuernos negros con pequeñas franjas blancas y una cola larga y delgada que termina en punta.
       Pantalones rasgados que dejan ver su roja piel y una blusa estilo overol con mangas parciales que permiten tener al descubierto sus hombros. Y mientras la cola de Moxxie es toda roja, la de Millie tiene círculos blancos esparcidos por todo el ramo y uno más exactamente en la punta. Aunque a diferencia de Moxxie, sus pezuñas terminaban firmes en el suelo como las de un humano.
       La historia de cómo se conocieron quedará para otro momento. Pero una vez se establecieron y contrajeron matrimonio, compraron su primer departamento, para entonces ya trabajaban los dos para Blitzo.
       El departamento era acogedor pero simple. Los muebles mínimos y decoraciones de todo tipo; desde mementos obsequiados por los padres de los dos, hasta recuerdos de trabajos hechos en el mundo humano. El resto del lugar no se veía tan mal, quizá algunas áreas húmedas y con hongo, pero culpa de los otros departamentos y sus descuidados dueños.
       Ambos encontraban siempre como hacer sentir de ese lugar un hogar.
       Mientras Moxxie desempacaba las compras, Millie se le acercó.
       —Oh, migajas. No está el cereal. —Exclamó Moxxie—.
       —Moxx, dulzura. Si solo ibas por eso. ¿Cómo es que tardaste tanto? Y ¿Por qué compraste tantas cosas? —Millie le consolaba con un abrazo—.
       —Ni si quiera las compré yo. Me topé con la exesposa de Stolas y la ayude a hacer sus compras, después de la nada me quería contratar para… no se para que, pero no tiene sentido. Después fuimos a su casa; donde conocí a su hermano Andreafos, Andrefos, algo así. Pelearon y me dio las cosas que compró a mí.
       —¿Te contrató? Blitzo no me dijo nada.
       —Si, le conté que cuidamos de Stolas en Loo Loo Land y en el festival; después de eso no dejaba de insistir que quería que trabajara para ella.
       —Bueno, eso sí es algo sospechoso. Pero no veo donde está el problema. Que te parece si mañana temprano lo hablas con Blitz y que te permita renunciar. Un trato de palabra no vale nada. —Millie acariciaba la cabeza de Moxxie como a un perrito—.
       —Creo que, si se trata de la realeza, no aplica tan fácilmente.
       —Veamos, que vas a hacer mañana entonces.
       —Voy a ver a Blitz mañana. —Confirmó Moxxie—. «Hola Blitz», le diré que la cliente es la exesposa de su novio, y que no quiero trabajar con ella, me dejará renunciar al trato y seré libre. Brindaremos aquí en casa y esperaremos a que Stella se olvide de mí.
       —Moxx, Blitz no va a rechazar el dinero una vez le paguen.
       —Ok, puedo decirle que yo le pago el equivalente. Voy a ver a Blitz mañana «Hola Blitz», le diré que la cliente es la exesposa de su novio; ofrezco darle el dinero que habría pagado ella y me dejará renunciar al trato. Brindaremos aquí en casa y esperaremos a que Stella se olvide de mí.
       Los dos planes eran bastante simples, quizá demasiado simples.
       Mientras Stella quería cobrar venganza, Moxxie solo creía que tuvo un golpe de mala suerte. Él no quería nada que ver con ella después de lo que pasó ese día, y su hermano lo había asustado aún más. Esa noche; para distraerlo, Millie le hizo el amor –el cambio de humor casi lo habría hecho pensar en aceptar su nuevo trabajo.
      
       ***
      
       Al amanecer, Moxxie no tardó en ir a buscar a Blitzo a las oficinas de I.M.P (Immediate Murder Professionals). Localizadas en el quinto piso de un edificio abandonado en el corazón de Imp City; I.M.P es la “empresa” para la que trabaja Moxxie, propiedad de Blitzo. Junto con él, su esposa y la hija adoptiva de Blitzo, viajan al mundo humano para asesinar a gente viva a cambio de dinero; también llamado irónicamente, almas. ¿Tienes asuntos pendientes con alguien del mundo de los vivos? En I.M.P se hacen cargo por ti.
       Para ser un edificio abandonado, las oficinas estaban en relativamente buen estado, la mueblería no era tan cara ni tan barata y tenía todo lo necesario para llamarse un lugar de trabajo; hasta un expendedor de agua por si tenías sed. Un sillón amplio para que los clientes puedan esperar, un escritorio y su secretaria para anotar la información necesaria, de un lado una puerta que da a la oficina del jefe y del otro una que da a la sala de juntas.
       Al entrar te toparías de inmediato con Loona; la hija adoptiva de Blitzo, secretaría en horas de trabajo. Una hellhound de pelaje gris y blanco, lo más parecido a una mujer lobo, tiene orejas iguales a las de un canino, con una cortada en el derecho, ojos blancos como la luna con una cornea roja. Cuerpo femenino hermoso y su mirada denotaba su actitud agresiva pero también de mujer. Con una gran melena plateada y un hermoso y largo copete, una peluda y grande cola bicolor y patas caninas, también descalza dejando ver poderosas garras. Una joven hermosa a sus 22 años, de no haber sido rescatada por Blitzo, bien pudo ser una gran femme fatale.
       Vistiendo normalmente un short negro rasgado, medias negras que llegaban de sus patas hasta más arriba de sus rodillas y una blusa gris de media manga similar a la de Millie; que dejaba ver sus hombros perfectamente, pero que en el escote tenía una estrella de cinco picos invertida; formada por hilos que conectaban al cuello, donde portaba un collar de picos similar al que le pondrías a un perro violento y agresivo.
       —Buenos días, Loona.
       Cuando Moxxie entró, Loona ni se molestó en responder el saludo –esto completamente normal para los dos, que solían llevarse con la punta del pie, constantemente burlándose uno del otro.
       Ignorando esto Moxxie se dirigió directamente a la oficina de Blitzo, donde estaba apenas acomodando sus cosas para iniciar otra jornada laboral.
       Blitzo era otro imp, así que su aspecto debe de ser fácil a estas alturas para ti de imaginártelo. De piel Roja con una existencia abundante de manchas blancas en su cuerpo, una de ellas casi cubriendo la mitad de su cara. Sin cabello más allá de lo que parecen ser púas salían de la parte de atrás de su cabeza, una larga cola roja con blanco y negro que también terminaba en punta de flecha. Grandes ojos amarillos, pero a diferencia de Millie o Moxxie; que solo tenían sus pupilas negras, Blitzo también contaba con iris de color rojo, similar al rojo en las corneas de Loona, además de unos enormes cuernos negros con grandes franjas blancas. El normalmente viste un saco negro con rojo y detalles blancos, una camisa roja, pantalones negros de vestir y unos guantes negros con dos cruces invertidas en cada palma sobre un adoro amarillo. A diferencia de Moxxie que se ponía su pajarilla roja, Blitzo tenía un colgante circular con un cráneo dibujado en él. Finalmente, unas botas negras con rojo ridículamente grandes, similares a las que usaría un vaquero.
       —Moxxie, buenos días. ¿Cómo te fue con la cliente ayer? —Blitzo preguntó alegre—.
       Había unas cajas escondidas atrás de su escritorio que apenas y se podían ver desde el ángulo de Moxxie. Alguien recibió dinero y lo gastó pronto.
       —Señor, de eso quería hablarle, no creo que sea una buena idea. —Moxxie refutó con una voz nerviosa—.
       —Me vale una verga Moxxie, ya pagó también por el día de hoy y te espera a medio día. —Blitzo respondía sin molestarse a voltearlo a ver—.
       —¿C-Cómo supo?¡¿Cómo pagó?! Apenas la conoció ayer. —Moxxie estaba en shock—.
       —Guardé su número cuando marcaste y la contacté por mensaje.
       Pensando en lo que pasó el día de ayer recordó a Stella constantemente revisar su celular camino a su mansión. Seguramente fue allí cuando estuvieron haciendo el trato; y de alguna forma, el pago.
       —Y ya lo gasté, así que a trabajar. —Terminó Blitzo—.
       «Recuerda el plan» Se decía a si mismo Moxxie.
       —¿Sabe quién es la clienta?
       —¿Debería importarme?
       —Bueno, debería, ya que es la esposa de su amigo Stolas.
       Si Moxxie no sabía del divorcio hasta que ella le explicó, asumió que Blitzo tampoco sabía. Era posible que Stolas le hubiera contado, pero con lo que le importaba a Blitzo –era más probable que no hubiera hecho caso.
       Y efectivamente, Blitzo no dijo nada, dejando aún en duda si sabía o no la verdad –pero dejando claro que encontraba el problema en el trato.
       Después de unos segundos rompió su silencio.
       —Ok Moxxie, dejando de lado que es tu culpa por no haberlo explicado desde un inicio, y que ya gasté el dinero. Creo que esto es algo que tu debes solucionar. —Decía Blitzo tratando de negar lo que escuchó—.
       —¡¿Mi culpa?! —Respondía Moxxie furioso—.
       Blitzo se lanzó a Moxxie y forzando un abrazo que parecía fraternal, le susurró al oído:
       —Si le quedas mal a esa mujer nos va a matar a los dos, y si eso pasa me cogeré a tu esposa frente a ti para que sea lo último que veas antes de morir.
       Moxxie se alejó de él con una cara pálida de miedo.
       —Y nada de traerla aquí. Seguro tiene especifico odio hacía mí por cogerme a su marido. ¿Entendido?
       —Si señor... —Se resignó—. Migajas...
       Su plan había fallado y la agresividad de Blitzo lo hizo olvidarse por completo de negociar el pagar su camino fuera del trato, aceptando que tendrá que hacer feliz a Stella si quería mantenerse con vida.
       Al salir de la oficina de Blitzo, Moxxie tenía la cara derrotada y todo su espíritu se había caído.
       —¿Todo bien gordito? —Le preguntó Loona burlona—.
       —¡Que no estoy gordo! —Gritó Moxxie—.
      
       ***
      
       Acercándose el medio día, se podía ver un taxi estacionarse frente a la mansión de Stella. De pintura amarilla y marcas negras, parecía un taxi como aquellos usados en el mundo de los vivos; en la ciudad de Nueva York.
       De este taxi bajaba Moxxie con un maletín. Admirando nuevamente el lugar se encaminó a la puerta principal, donde tocó el timbre, haciendo sonar una campana fúnebre que a cualquier humano le hubiera puesto la carne de gallina.
       El mismo imp que le escoltó al taxi el día anterior le abrió la puerta.
       —La señora Stella le espera en-
       De improviso aparece Stella interrumpiendo al empleado. Estaba arreglada con la misma ropa que el día anterior.
       —Al auto, imp. —Le ordenó a Moxxie—.
       —Le recuerdo que soy Moxxie. —Le contestó—.
       Ella simplemente se bajó los lentes para verlo con una vista de incredulidad, incapaz de creer lo audaz de su actitud hacia ella.
       —Soy Moxxie, su majestad. —Repitió—.
       En un gesto de aprobación volvió a colocarse sus lentes y salió con él hacia el auto, empujando al empleado que le estorbaba para pasar por la puerta –sacándolo de escena con una patada.
       A Moxxie le incomodó demasiado, pero si eso le hacía a alguien inocente, empezaba a temer por sí mismo si era insolente.
       Una vez en el auto Stella empezó a conducir aparentemente con un rumbo fijo, pero totalmente desconocido por Moxxie, que; sentado en un auto que estaba perfectamente medido para alguien de la altura de Stella, parecía un niño pequeño abrazado del cinturón de seguridad preguntándose a donde iban.
       —¿A dónde vamos, su alteza? —La voz de Moxxie sonaba fastidiada—.
       Se había llevado un tan mal sabor de boca sobre Stella hasta ahora que, aun siendo la segunda ocasión en la que se dirigía a ella como “su alteza”, empezaba a molestarle.
       —Anoche me puse en contacto con amistades para comprar comida, y hacer compras de verdad. —Stella hizo énfasis en comida, obviamente burlándose de lo que compró Moxxie para ella—. No te preocupes, ayer fue mi culpa por confiar en tu… clase.
       Cada nueva frase clasista de Stella era otro clavo en el ataúd para Moxxie, sellando más su necesidad de irse de allí. Para él, la comida de Hellgreens era tan buena como cualquier otra.
       —Una disculpa, pero la última vez que revisé, comida es comida. —Moxxie no pudo evitar defenderse—.
       —Te disculpo. Pero hoy aprenderás.
       El pobre de Moxxie estaba a su límite. Solo quería que el día terminara cuando apenas comenzaba.
       —Además, soy su guardaespaldas, no otro criado más. —Continuó Moxxie—.
       —Mi dinero dice que harás lo que yo quiera que hagas, y tu jefe también. —Stella no estaba para ser contradicha—.
       Sacó su celular y se lo mostró a Moxxie, se veía su conversación con quien seguramente era Blitzo, había guardado su contacto con el emoji de una mierda y una calavera seguida de esta. El texto decía:
      
«Lo que más me importa es que haga lo que yo le diga.»
«No se preocupe, hágalo su perra.»
«Ya hice la transferencia.»

       La conversación seguía, pero a Moxxie poco le importaba lo demás, Blitzo lo vendió como a un esclavo.
       —Migajas...
       La conversación terminó abruptamente, pues habían llegado a su destino. Una plaza comercial enorme en el círculo de la avaricia.
       Demonwood Center estaba escrito en letras grises sobre la fachada de la entrada. Todo el piso exterior hecho de piedra acomodada en numerosos patrones simétricos con una entrada pintada color blanco crema y verde oliva. Un tridente rojo iluminado sobre el texto gris y alrededor numerosos locales tenían sus puertas abiertas al público.
       Sinful Bread, Infernal Smile, etc. Incluso había una lista de negocios disponibles en el área restaurantera: Mammone: Comida italiana, Gluttony Express, Imp burger, Cock’s, etc.
       Stella se estacionó en un lote para discapacitados que encontró disponible cerca de la entrada, y aunque Moxxie encontraba que esto también era molesto –a Stella poco parecía importarle mientras ponía de nuevo la alarma al carro.
       Sin más preámbulo entraron al establecimiento, dónde se encontraron con 3 demonios más, también parte de los Goetia –de hecho, a diferencia del Hellgreens, aquí había muchísimo menos creaturas demoniacas, y las que estaban eran claramente de las clases altas, estando en avaricia; esto tenía sentido, pero no para Moxxie –que era su primera vez en un lugar como este.
       Acompañando a estos demonios había otros tres imps, los tres ya con algunas bolsas de compras.
       —¡Andras, Gamigin, Aamon! —Les saludó Stella—.
       —Prima, ¿Lista? —Preguntó Andras—.
       —Moxxie, mis primos Andras y Aamon, y su hermana Gamigin.
       Andras es un gran marqués, con forma de ángel con una cabeza como un cuervo nocturno negro, todo su plumaje lo es también, con ojos amarillos brillantes y finos era ciertamente una figura intimidante y terrorífica para cualquiera que lo viera.
       Gamigin, también un gran marqués, grande como un toro, pero de aspecto equino, su cabeza siendo el cráneo de un caballo que parece flotar en una nube de gas morado oscuro con tonos rojizos. Pecho imponente y masculino por donde lo vieses, aunque sus manos tenían dedos, su patas eran fuertes pezuñas y su cola; similarmente a su cabeza, estaba compuesta de pequeños huesos suspendidos por el mismo gas.
       Aamon era parecida a una hellhound, pero muchísimo más feroz y grande; como si compararas un perro con un lobo. De los hombros le salían plumas negras iguales a las de un cuervo y una flama negra con morado oscuro que parecía quemarlas. Curiosamente su cola no era peluda si no escamosa como la de una serpiente. Su ropa parecía chamuscada, pero al mismo tiempo en perfecto estado.
       Su esvelta figura femenina la hacía la perfecta creatura de historias de mujeres peligrosas. Se podía ver en su porte que hacía fama a esta idea con una actitud seductoramente peligrosa.
       Sin embargo, sus imps no parecían tener ningún tipo de individualidad. Todos vestidos de traje como mayordomos y miradas cansadas. Moxxie no podía evitar sentirse mal por ellos.
       —¿Este es el imp que platicó Andrealphus? —Preguntó Aamon—.
       Se acercó entonces a Moxxie y seductoramente le levantó el mentón con su cola.
       —Aprende bien para que no hagas pasar el ridículo a mi prima de nuevo. ¿Entendido, imp?
       Moxxie se negó a responder, simplemente manteniéndose firme. Esto molestó a Aamon; pero al mismo tiempo obtuvo algo de su respeto, no cualquiera podía mantenerse tan estoico frente a ellos como Moxxie lo hacía.
       Primero se dirigieron a una tienda especializada en carne. Había todo tipo de cosas, asadores; condimentos; utensilios; etc. Y en el centro un carnicero rodeado por cuatro refrigeradores mostrando todo tipo de carne, desde creaturas infernales hasta terrenales; estas últimas siendo las más caras.
       Kobe, Tenderloin, Porterhouse, Tomahawk, y lo que podría considerarse como un equivalente en animales del infierno como el wendigo, por mencionar uno –y no solo animales grandes, también pequeños como ratas, ratones, serpientes, etc.
       Algunos de estos cortes y carnes eran conocidos por Moxxie, incluso había llegado a probarlos en su momento –pero con su estilo de vida actual; eran inalcanzables.
       —Mira Moxxie, esto es carne. —Le decía Stella como si fuera un niño—.
       —Tiene cara de vegetariano, no lo asustes, prima. —Se burlaba Gamigin—.
       —Ahora Stella ¿Qué quieres? —Preguntó Andras—.
       —Sabes Andras, no tengo la menor idea. Tenía quién se preocupase por esas cosas y era en lo poco que Stolas ayudaba en el palacio.
       Moxxie enfadado con los insultos constantes de todos se enfrentó al carnicero. Comenzando a pedir varios cortes distintos, desde unos más casuales como carne de… lo equivalente a una res, hasta cortes más sofisticados. Llamando todos por su nombre y peso ideal, además de la forma específica en la que quería los cortes. Desde trocitos de carne de rata hasta un Tomahawk; el que se viese con más carne que hueso.
       Todos estaban sorprendidos por lo bien que se comunicaba Moxxie con el carnicero y hasta se tomó la molestia de escoger algunas especias. Hasta cierto momento Aamon se acercó a Moxxie a preguntar sobre una pieza que ella pensaba pedir.
       —¿Este es el mismo imp que compró el cereal con el juguete? —Preguntó Aamon—.
       Stella no sabía si sentirse orgullosa de tener un “imp de calidad” o avergonzada de que nuevamente Moxxie tomó el asunto en sus manos. Ciertamente para alguien tan dulce y honesto, podía ser asertivo. Se podía notar en ella como empezaba a formarse un conflicto en su opinión sobre él.
       Los primos de Stella empezaban a agarrar un gusto por Moxxie, y los imps que los acompañaban –se sentían aún más fuera de la ecuación, al punto que les dieron a cargar las compras de Stella, claramente le tenían un interés especial. Stella siguió el juego y en tonos de voz forzados adulaba a Moxxie, pero se notaba lo mucho que quería ponerlo en su lugar. Tan pronto terminaran le pediría ir a ver a Blitzo y acabaría con esto de una vez. Pero por el momento, seguía comprar frutas y verduras.
       Halffoods tiene todo lo que necesitas. Muy similar a Hellgreens; Moxxie estaba sorprendido de lo vacío que estaba, comida de todo tipo por todas partes y sin tener que pelear con otros compradores. Stella vio la oportunidad de burlarse de Moxxie en ese instante.
       —¿De nuevo escogerás tu Moxxie? —Preguntó Stella en un tono burlón—.
       —Oh, estoy seguro de que su majestad puede hacerlo mejor que yo en estas condiciones. —Moxxie devolvió sarcásticamente—.
       Los demás no prestaron atención a ese intercambio, pero seguramente hubieran encontrado más humorístico el humor de Moxxie –no que estuvieran a favor de él, pero un imp poniendo a un Goetia en ridículo sería algo increíblemente cómico para ellos.
       En el área de frutas estaba dividido en dos áreas, una tenía todas las frutas terrenales e infernales enteras y frescas; la otra mitad era las mismas frutas, pero partidas y peladas en vasos de plástico, listas para consumir.
       La danza de colores era fascinante, todo ordenado de forma que parecía una escala de colores rodearlos. Y los olores perfumaban el ambiente maravillosamente.
       Stella se dirigió directamente a la fruta partida, así la recibía ella de los empleados; dedujo que por lógica era así como la compraban. Por suerte Andras la detuvo y mostró a los demás analizando la fruta entera –incluso Moxxie que tocaba una fruta café; muy similar a la sandía, como se toca una puerta –y pegando el oído para ver qué tan hueca estaba. Gamigin acariciaba unos mangos, viendo si estaban lo suficientemente maduros y Aamon olía unas manzanas azules. Poco a poco se veía como tomaban confianza con Moxxie los tres, y le pedían su opinión cuando encontraban algo que les gustaba. Stella se sentía como el cero a la izquierda por primera vez y Moxxie lo disfrutaba por completo.
       Después de escoger varias frutas; y nuevamente, darlas a los otros imps –seguían las verduras y legumbres.
       Andras y Gamigin buscaron lechuga, maíz, papas; Moxxie le ayudaba a Aamon a diferenciar perejil del cilantro; y Stella nuevamente se sentía fuera de la ecuación, picando y jugando con unos aguacates que tenía cerca. Un poco de remordimiento empezaba a caer en ella y en Moxxie que la veía de reojo.
       Dejando a Aamon bien adiestrado en el arte del cilantro y el perejil; Moxxie se acercó a Stella, ella inmediatamente recuperó su postura grosera y altanera, viéndolo con la cara alzada, como si no estuviera a su altura.
       —¿Q-qué se te ofrece Moxxie? —Preguntó Stella tratando de ocultar su estado—.
       —¿Qué quiere que escoja para usted, majestad? —Respondió Moxxie con otra pregunta, tratando de no sonar preocupado por ella—.
       —Y-yo estoy escogiendo perfectamente bien.
       —Su majestad, lleva cinco minutos o más picando ese aguacate, ya lo abolló.
       —No cuestiones, imp.
       Stella soltó el aguacate de inmediato y hasta se limpió la garra pues tenía manchada una garra; hizo más que abollarlo, lo perforó.
       Moxxie suspiró tratando de tenerle paciencia.
       —Como sea.
       Moxxie empezó a tomar varias cosas, acelgas, guisantes, zanahorias, lechuga, col, entre otros. Solo evitó los aguacates para no toparse con Stella en el proceso de selección. Cuando terminó se acercó de nuevo a ella; entregándole todo en una bolsa.
       —Adelante, puede decir que usted las escogió.
       Stella nuevamente se volvió a su posición de superioridad, ahora un poco apenada.
       —¿Seguro que escogiste bien? No pienso dejar que me humilles como lo hiciste con mi hermano.
       Moxxie solo pudo hacer un gesto exagerado de incredulidad, pero lo que no podía creer era como pudo dejarse sentir pena por ella; no que ella siguiera rechazando su ayuda, a eso ya se había acostumbrado.
       De la nada se aproximó Andras que vio la selección que cargaba Stella:
       —Nada mal prima, veo que si sabes después de todo.
       Stella orgullosa esponjó sus plumas que inmediatamente trató de peinar de nuevo. Volteo a ver a su alrededor y al ver que Moxxie se había ido con los demás solo se acomodó el plumaje y dijo:
       —Ser princesa no me impide conocer tareas tan comunes.
       El resto del día siguieron con sus compras hasta el atardecer. Habían comprado también pan; Moxxie explicó la diferencia entre pan integral, pan natural, todas las variedades que pudieras pensar; incluso pan dulce –tradicional en Latinoamérica, cereales; cómo el de Moxxie –con la triste realidad de que era una marca tan común y corriente que no estaba entre las distintas opciones; pero sí había una seria variedad de marcas que él nunca había oído hablar –la prima de Stella fue quien brilló en esta categoría, alimentos no perecederos como la comida enlatada no fue gran ciencia; atún, frijoles, frutas enlatadas en almíbar; granos como nueces, pasta, cacahuates, entre más variedad de productos. Incluso otro tipo de productos; como velas aromatizantes, papel higiénico, servilletas y otros cachivaches para el hogar que seguramente nadie de los cuatro necesitaba, pero compraron de todas formas. Concluidas las compras y a punto de retirarse a sus hogares, nuestro grupo de demonios decidieron ir primero a comer en el Gluttony Express; comida china.
       Todos ordenaron lo mismo, huevo con arroz frito, pollo agridulce y camarón picante.
       Al inicio comieron en silencio, pero con forme se asentaba la incomodidad de no decir una sola palabra, alguien debía romper el imponente silencio:
       — Y dinos Moxxie. —Habló Aamon—. ¿Cómo es que sabes tanto de comida? Fuiste muy específico con el carnicero y eso me sorprende en un imp.
       —Antes de... “esto”, mi familia era una mafia en el círculo de los traidores, irónicamente fue la misma forma en la que todo se terminó. Mi padre me enseñó todo lo que había que saber para preparar buena comida para posibles clientes o jefes del infierno. Además de distinguir si la carne estaba manipulada por algún veneno o contaminante.
       —Impresionante. —Respondieron todos, excepto Stella—.
       Ella trataba de no verse interesada en la historia de Moxxie.
       —¿Y cómo terminaste con nuestra prima? —Continuó Andras—.
       —No lo sé. —Dijo volteando a verla—. Le dije que soy un asesino a sueldo y aun así me contrató como su criado.
       —También puedes hacer labor de protegerme. —Insistió Stella—.
       Moxxie se limitó a seguir comiendo, y los demás hicieron igual.
       Pero hubo un pequeño problema, Moxxie tenía una pequeña debilidad, la comida picante. El instante en el que Moxxie come un bocado, su cara; que ya era roja, comenzó casi a brillar, obligándolo a tomarse un vaso de agua de un solo golpe y aún sufrir las consecuencias de haber ordenado lo mismo que los demás.
       —Parece que alguien no puede con un poco de picante. —Decía Stella mientras se reía—.
       Todos siguieron la corriente burlándose de Moxxie.
       Después de varios difíciles bocados, terminaron todos de comer. Ambos se despidieron y se subieron al auto, todo empacado en la parte de atrás.
       Era hora de la verdad. Stella pediría ver a Blitzo, Moxxie la llevaría y mataría a los dos.
       —Bueno Moxxie, antes de que termine el día hay una cosa más que necesito de ti. —Comentó Stella mientras manejaba—.
       —¿Y eso es?
       —Quiero ver a tu jefe.
       —¿Blitz? ¿Para qué?
       —Hay algo que deseo hablar con él específicamente.
       —Ok...
       Moxxie pensaba que era innecesario, ya se hablaban por celular ¿Para qué hablar en persona? Además, sabía que no podía llevarla a verlo, Blitzo lo pidió con todo y amenazas. Pero tenía un plan.
       Mientras le iba dando indicaciones de cómo llegar a las oficinas, Moxxie le mandó un mensaje a Blitzo para que saliera de allí, hacer pensar a Stella que salió o que simplemente no estaba.
      
«Señor, salga.»
«¿Viene la perra?»
«Si»
      
       Al llegar ya era de noche, a esa hora normalmente solo estarían Loona y Blitzo, en todo caso; no había nadie –Blitzo salió con Loona para evitar cualquier tipo de confrontamiento.
       Cuando llegaron Stella estaba claramente molesta.
       —¿Qué tu jefe no respeta sus propios horarios?
       —Así es Blitz, si quiere se va y no avisa a nadie. —Moxxie responde con una risa nerviosa—.
       Estaría de sobra decir que Stella estaba molesta, tardaron demasiado en las compras y ahora sufría las consecuencias –dejándola solo con la opción de intentarlo otro día.
       —Bueno, nos veremos mañana Moxxie. Aún haré uso de ti.
       Sin chistar Stella dejó abandonado a Moxxie en la puerta principal y se retiró a toda velocidad su casa. Moxxie no tuvo opción más que pedir un taxi de regreso a su departamento.
      
       ***
      
       —¡Comida de verdad! —Festejó Andrealphus cuando vio las compras de Stella—. ¿Entonces ya mataste a los imps?
       —El imbécil no estaba en su oficina, e insistir me pareció una mala idea.
       —Si me preguntas, yo digo que bajes la guardia un tiempo para que agarren confianza y entonces ejecutas el plan. —Continuó Andrealphus—. Claramente saben que tramas algo, necesitas hacerlos pensar que solo era su imaginación.
      
       ***
      
       Al llegar a su departamento, Moxxie fue recibido por Millie con un fuerte abrazo.
       —¿Cómo te fue Moxx’? —Preguntaba Millie con un tono muy alegre—. Supe por Blitz que no pudiste librarte de la víbora.
       —El idiota ya había aceptado el pago Y gastado el dinero. —La voz de Moxxie estaba cansada—. Luego tuve que salvar su trasero de la loca porque quería verlo.
       —¿Ver a Blitz? ¿Para qué?
       —No sé, quejarse de mi o simplemente juzgarnos. —Moxxie empezaba a hablar con un tono molesto—.
       —Pues ahora Blitz va a estar escondiéndose, eso es seguro. ¿Tú que piensas hacer ahora, cariño?
       —Escribiré una carta de renuncia a Stella, porque Blitz seguro la rechaza.
       —¿Y ella no la va a rechazar?
       —Esa es la idea, la haré dentro de unos días para juntar razones; y de esa forma, validar mi disgusto con el trato. Empezando hoy…
       Millie besó tiernamente a Moxxie quien se dedicó a escribir un poco de su carta, empezó siendo lógico –denotando como su trabajo es matar, no hacer las compras de supermercado; además de su pésima actitud.
       Una vez resumido el día, guardó la hoja en su saco y se fue a dormir.
      
       ***
      
       A partir de este día seguirían otros cinco más de lo mismo, Moxxie acompañaría a Stella a distintas partes, sería su guardaespaldas, su mozo y lo que ella le dijera. Durante ese tiempo tampoco volvió a mencionar a Blitzo, y cuando Moxxie lo sacaba a tema; intentando demostrar sus malas intenciones, a ella simplemente parecía no importarle y solo lo insultaba por no haber estado aquel día y ser evasivo en sus mensajes por el teléfono celular.
       Durante ese tiempo Stella aprovechó para conocer más acerca de Moxxie, ver si algo que tuviera o hiciera la acercara a su objetivo de deshacerse de ellos –incluso empezaba a considerar todo I.M.P un problema para ella, pero deshacerse de los 4 sería una tarea muy difícil, pero no imposible –sobre todo por un pequeño pero importante detalle, al ser una marquesa, se necesitaría de un arma bendita para matarla. No importa el daño que le intentaran hacer con armas convencionales, no la lastimarían; como a Stolas y como a cualquier otro demonio de los Ars Goetia. Mientras ellos no tuvieran una; ella estaba a salvo.
       Con forme pasaban estos días, Moxxie también le platicó sobre su esposa, esto porque Stella no tardaba en hablar pestes de Stolas cuando estaba con sus amistades u otros familiares Goetia.
       Hasta cierto punto sentía un poco de celos de su relación, una vez Moxxie habló de ella por primera vez, poco a poco hablaba más y más de ella, esto incluso hizo que Moxxie comenzara a sentirse cómodo hablando con Stella –no dejaban de odiarse mutuamente; pero hacía los días más amenos. Al final de estos días ella incluso empezaba a extrañar el estar casada; pero lo deseaba con alguien que la amara como Moxxie a Millie –en cierto punto de su matrimonio; aceptó, deseaba que Stolas la amara como tal. Pero la personalidad agresiva de ella no permitía a nadie darse ese lujo, y ella era más rápida que perezosa para espantar a cualquier pretendiente que pusiera sus ojos en su belleza.
       Y así llegó el nuevo fin de semana, esta ocasión Stella llevaría a Moxxie al palacio de Stolas para que la acompañara a recoger a Octavia. Desde el divorcio y por conveniencia de Octavia; se había quedado a vivir con su padre en su palacio, y Stella podría estar con su hija los fines de semana que ella así lo deseara.
       La relación entre las dos no era mala ni por mucho menos difícil; quizá por ser su sangre, Octavia tenía la capacidad de soportar la personalidad de Stella y Stella no tenía problemas con la personalidad reservada de su hija. Además, Stella no podía evitar comportarse diferente con ella cuando eran solo las dos; como una madre con su hija, pasaban el rato, comían, platicaban, echaban comidilla, etc. A simple vista se podría decir que se llevaban bien.
       Stella con su exesposo Stolas era otra historia. Nunca congeniaron, y solo estaban unidos por el hecho de que su matrimonio había sido arreglado por sus padres cuando ambos cumplieron los diez años de edad. Y aunque ambos intentaron que funcionara a su propia manera; el agua y el aceite nunca se van a mezclar. Al final Stella desarrolló un odio por él –lo insultaba, maltrataba, humillaba públicamente y cosas que nadie podría tolerar. Valla que alteraba a ambos verse día a día como enemigos viviendo bajo el mismo techo. Incluso con el divorcio era perceptible su pésima relación –y suplica la pregunta, ¿Culparías a Stolas por lo que hizo? ¿Stella debió hacer lo mismo? En la realeza estas cosas no son nuevas ni extrañas; lo son para la sociedad actual, pero en el infierno poco importa realmente.
       Entre Stolas y Octavia también había una buena relación, Stolas siempre encontró resguardo del odio de Stella en amar a su hija, y Octavia siempre amó a su padre, pues era con quien más convivía durante sus primeros años. Le habría tocado una familia disfuncional, violenta y peligrosa; pero hacia ella, era lo mejor que podía tener. Lo único que ella deseaba y nunca pudo tener fue verlos juntos en el mismo amor que tenían por ella.
       Al llegar al palacio se estacionaron fuera de la entrada principal, una reja de acero gigantesca que rodeaba el palacio con eslabones de piedra de mármol y caliza, dos lámparas de aceite apagadas en cada lado de la puerta y al fondo se veía el camino para entrar al palacio, rodeado de verdes pastos y plantas de todo tipo y de hermosos colores y fragancias.
       Se podía ver a Octavia correr por este andador mientras se acomodaba su suetercito negro y quitaba sus audífonos; colocándolos alrededor de su cuello. De cuerpo similar al de su padre, pero plumaje semejante al de su madre. Porte humanoide, pero su cuerpo era el de un búho, plumaje gris, una cara blanca como la nieve; que hacía parecer que traía una máscara o antifaz similar a los de la época victoriana. Dos ojos rojos con pupilas igual de blancas; pero sin cornea alguna y un cuerpo delgado y bien cuidado.
       Traía puesta una boina negra con el estampado de una corona cocido justo al frente, como si de una tiara real se tratara. Una camisa de manga larga de color rosa con estrellas amarillas y una gargantilla del mismo rosa adornando su cuello. Traía también un pantalón negro y botas negras de alto tacón; a diferencia de su padre que nunca usa zapatos, solo ella y su madre se tomaban la molestia.
       Octavia era una chica de 17 años atrapada en el conflicto de sus padres, así que su personalidad no era de sorpresa para nadie. Reservada, callada, y altamente enfocada en sus propias pasiones y gustos. La única forma de sacarla de sí misma era darle a creer que te apasionaban las mismas cosas; entonces no se cansaría de hablar al respecto de ellas y te daría su exacta opinión al respecto. Pero si solo le preguntabas por curiosidad te respondía de forma simple y directa; solo para satisfacer tu curiosidad. Nada más.
       —Hola mamá. —Decía Octavia en voz alta al subir a su auto—. Hola...
       —Moxxie. —Respondió él desde el asiento trasero—.
       —Hola Moxxie. —Terminó de decir Octavia—.
       —Nos va a estar acompañando este fin de semana. —Le explicó Stella—.
       —Si te recuerdo, nos acompañaste en Loo Loo Land. —Analizó Octavia—. Lamento olvidar tu nombre.
       —No se preocupe princesa. —Le aseguró Moxxie—. También la otra vez que salió al mundo humano nos vimos.
       Stella volteó a ver a los dos con asombro.
       —¿Cuándo fuiste al mundo de los vivos?
       —Ugh, no pasó nada mamá. Solo fue un accidente.
       Moxxie se dio cuenta de que habló de más.
       —¿Puedo poner mi música, mamá? —Preguntó Octavia cambiando de tema—.
       —Está bien, hija.
       El resto del viaje de regreso a la mansión se fueron escuchando las canciones de Octavia: Fuck you dad, Verosika, Evanescence, Blink182, entre otros grupos sonaron –tanto de artistas en el infierno como de artistas humanos.
       Al llegar a casa Octavia fue directamente a saludar a su tío Andrealphus, que como siempre, al estar concentrado en sí mismo solo le dio el mínimo de atención para responder el saludo. Stella entró seguida por Moxxie, que ponía su abrigo y el de Octavia en el perchero de la entrada.
       —Señorita Octavia. —Se acercó Moxxie al ver que se volvía a poner sus audífonos—.
       —¿Sí?
       —¿Podría pasarme algunas de las canciones que escuchamos en el auto?
       Y como descrito antes, una vez mostrabas más interés que simple curiosidad por sus gustos, Octavia cambiaba a una actitud de felicidad frenesí.
       Inmediatamente lo jaló a la sala, donde empezó a mostrarle su lista de reproducción y Moxxie descargaba una por una desde el suyo. Comentaban sobre sus géneros musicales preferidos, que grupo les gustaba y por qué. Pasaron horas y horas en esa simple tarea –hasta cierto punto Stella solo tomó una botana de la cocina y se les quedaba viendo mientras comía.
       Quizá porque era su hija, quizá porque las madres tienen una debilidad innata a ver a sus creaturas felices, su corazón empezaba a palpitar un poco más, su mente se negaba a ver a Moxxie como una amenaza. Poco a poco esos celos que sentía por Millie ahora también los tenía por su hija, viendo como tan fácil podía ser feliz por algo tan simple.
       Ella siempre había visto a los imps como una especie inferior y solamente útil para sus necesidades, incluso llegando a odiarlos por culpa del amorío de Stolas; pero poco a poco veía con Moxxie que había en ellos quizá un poco de variedad.
       A partir de esa interacción Octavia le pidió a Stella que en definitiva las acompañara a donde fuera que tuvieran que ir estos dos días. Y que formara parte de sus actividades.
       Estaba tan emocionada Octavia, que olvidó decirle a quien más debía; a Moxxie, ahora él estaba a punto de entrar en una serie de actividades para las que no estaba preparado.
       —Bueno. ¿Lista Octavia? ¿Moxxie?
       —Lista. —Decía Octavia que terminaba de mezclar su música con la de Moxxie—.
       —¿Listo?
       Tronando los dedos apuró a los dos.
       —Regresamos en la noche, Andrealphus. —Avisó Stella, confundiendo aún más a Moxxie—.
       —¿Enserio no vas a invitarme a mí? —Le reclamó—.
       —Te dije ayer y pareció no importarte. —Le reclamó Stella—.
       —Cambié de opinión.
       Después de un profundo suspiro de Stella y una carcajada de Octavia, los 4 fueron al auto. En los asientos frontales Stella y Octavia, atrás Andrealphus y Moxxie; un poco apretado, pues Andrealphus era lo suficientemente grande para apenas poder entrar en la parte trasera del auto –peor aún con Moxxie dentro.
       —Sabes, puedo transformarte en un ave para que yo pueda acomodarme como es debido. —Le ofreció Andrealphus a Moxxie—.
       —No gracias.
       —Hermano, no vas a transformar a nadie en nada. —Stella le regañó—.
       El viaje fue incómodo para Moxxie por decir poco, pero ahora con su música y la de Octavia en sincronía; al menos fue un rato ameno hasta cierto punto.
       El lugar al que iban era un Spa en lujuria.
       En la recepción decía: Hella, en letras metálicas con iluminación trasera. Frente a este letrero estaba un condenado; humanos que sobrevivieron a las torturas de su castigo y ahora viven entre las demás creaturas del infierno un día a día como en el mundo de los vivos. Una mujer inexpresiva perro que claramente se cuidaba lo suficiente, de relativa belleza, pero porte prepotente.
       El lugar era hermoso, todo blanco como un hospital, iluminación bohemia y música de artistas como Era, Enya y Enigma.
       —Bienvenidos a Hella. ¿Tienen cita?
       —Si, pero va a ser para 4, no 2. —Respondió Stella—.
       Moxxie inmediatamente se sorprendió y entendió a que se refería en la casa a si estaba listo. No estaba listo; nunca había ido a un spa.
       Sin embargo, se dejó atender. Hicieron de todo; mascarillas exfoliantes, masaje relajante con técnicas acupunturistas de la antigua china, maquillaje, peinado y hasta manicure. Moxxie nunca había cuidado tanto su aspecto personal más allá de un baño y peinarse.
       Su aspecto final era tan distinto a su aspecto normal que hasta Stella no pudo aguantar la risa, Moxxie se sentía humillado. A decir verdad, se veía muy bien, si Millie estuviera para verlo seguramente se enamoraba una segunda vez de él.
       Hasta Andrealphus; que no tenía el más mínimo interés por Moxxie no pudo evitar encontrar su mejorada apariencia una definitiva mejora de su persona. ¿Él? Andrealphus solo fue la sombra de los 3 por el resto del día. Su único objetivo era ver la relación entre Stella y Moxxie para asegurarse de que el plan de matar a Blitzo seguía en pie.
       En el fondo, era le día en el que más se había estado divirtiendo desde que Stella lo contrató. Por primera vez no sentía la intención de volver a casa a escribir más en su carta de renuncia, incluso olvidando que cargaba aún con ella.
       Comieron, platicaron. Octavia contaba sobre sus amistades, Stella criticaba y Moxxie por primera vez se incluyó solo en la conversación, relatando cuando algo similar le había pasado a él o a alguien que conocía.
       Al pasar la tarde y después de un rato muy ameno, volvieron a la mansión; dónde jugaron juegos de mesa, vieron Voxflix, disfrutaron de rosetas de maíz, incluso; por primera vez, Moxxie se quedó a dormir. Hasta ordenaron una pizza.
      
       ***
      
       —Ok, ¿Quién quiere pizza? —Preguntó Stella—.
       —¡Pepperoni con extra-queso! —Pedía Octavia—.
       —Suena bien, Moxxie; por favor.
       Moxxie tomó su celular y buscó en Bee Eats, comenzando a hacer la orden. En eso Stella lo interrumpe:
       —Espera, agrega que la mitad tenga piña.
       —EWWWW, mamá, la pizza no lleva piña.
       —Ok, ok, no peleemos. —Moxxie deliberó mientras buscaba—. Además, no parece que pueda solo tener la mitad con piña, habría que pedir otra pizza aparte.
        —Pues yo si quiero piña. —Reclamó Stella—.
       —Supongo que no todos podemos tener buen gusto. —Se burló Octavia—.
       —Ya, ya, pediré las dos y pueden comer la que quieran. —Intervino Moxxie—.
       —Como quieras, es tu dinero. —Mencionó Stella—.
       —¿Mi QUÉ?
       —Solo bromeaba, sé que no tienes.
       Todos cenaron pizza esa noche, aunque solo fue Stella quien tocó la pizza con piña. Hablando de malos gustos.
       El segundo día fue casi tan bueno, aunque fue solo actividades en casa medio mundanas si las comparábamos con el día anterior, pero no por eso no fueron satisfactorias. Desde un delicioso desayuno, hasta una increíble cena, hecha por nadie más que por Moxxie.
       —¿Sabes cocinar? —Preguntó Stella—.
       —Después de todo lo que le he platicado y mostrado su alteza, aún duda de mí.
       —¿Por qué te llama alteza? Volviste a ser marquesa.
       —Sigue ordenes, cariño. Deberías tomar nota para cuando sea tu turno mandar en esa casa.
       Moxxie preparó un excito bistec con guarnición de pure de papas. Podías ver al imp ir de lado a lado de la cocina preparando las cosas, mientras poco a poco se veía muy en el fondo de la alacena una caja de cereal, una que había olvidado hace días. Te comerías las uñas de cuantas veces estuvo a punto de verla, pero nunca lo hizo.
       Obviamente, todos disfrutaron de la cena, en especial Moxxie; al ver su talento ser reconocido hasta por Stella, como si finalmente y a su forma le pidiera una disculpa sin pedirla.
       Pero acabó el día y era hora de volver a su casa, dejaron a Octavia con Stolas nuevamente, se despidió de todos y volvió por fin a los brazos de Millie.
      
       ***
      
       —Estás olvidando tu objetivo hermanita. —Le recordó Andrealphus a Stella mientras se iban a dormir—.
       —No he olvidado nada hermanito. —Le dijo con voz altanera—.
      
       ***
      
       —¿No vas a darle la carta aún? —Preguntó Millie—.
       —S-sí, solo que no hubo un buen momento. —Se defendió Moxxie tratando de evitar el tema—.
      
       ***
      
       Nuevamente pasaron 5 días más. Stella parecía haber vuelto a su ella usual, el recordatorio de su hermano le había hecho darse cuenta de que estaba perdiendo de vista su objetivo, y poco a poco volvía a insinuar el ver a Blitzo.
       Moxxie empezaba a confundirse, ella había sido una mujer completamente distinta el fin de semana, y aunque ahora no era necesariamente malvada; se veía obligado a mantener su distancia con ella –hablándole formalmente y sin tocar temas personales; el también poco a poco recordaba su intención inicial.
       Pero en el fondo ambos comenzaban a extrañar la unión que generaron. La sonrisa en el rostro del otro.
       Tal vez era la mejor hablando de forma dulce, no tiene mucho que decir cuando se trata de cumplidos genuinos. Pero en ella sentía que de todas formas debía intentarlo; quizá una sola vez.
       No se vestía con la mejor ropa, pero no le importaba en lo absoluto; tampoco era rico, pero siempre podía pasarla bien; aún con algo tan simple como pedir una pizza.
       Ella empezaba a sentir que Moxxie era lo más cercano a un Romeo que había llegado a conocer.
       Y cada vez que se intentaba acercar a ella simplemente quería gritar.
       Pensaba que esta clase de sentimientos eran para otra gente, pero cuando de verdad eran ellos se sentía casi como en el paraíso.
       Tocando la puerta del cielo. ¿Podía pedir más?
       Moxxie no podía entender que sucedía, un momento creía que su amistad empezaba, pero la seriedad de Stella constantemente le hacía tener miedo de demostrarlo. Quería afrontarla, pero no podía; las consecuencias no le permitían preguntar. ¿Qué tal si echaba a perder todo lo que habían logrado? ¿Qué tal que lo despedía? Si eso era lo que él quería desde un principio, ¿Por qué ya no?
       Ella era una mujer terrible, pero una buena madre al parecer. No sabía dónde encontrar la respuesta que buscaba. Sabía mentir, planear, afrontar la verdad; pero no sabía si eso le ayudaría en esta ocasión, simplemente sentía que debía intentarlo.
       Ahora no sabía si quería irse, no sabía cómo lo logró; pero sentía que algo había hecho Stella con él que lo tenía así.
       Después de todo lo hecho y dicho, debía admitir que había algo en ella que lo hacía sentir bien, que lo hacía preocuparse por ella, que lo hacía perdonarla.
       Al final llegó el viernes y los dos seguían como al principio, inseguros de lo que hacían y por qué lo hacían. Pero Stella iba un paso más adelante en esta aceptación; solo que se negaba a aceptarlo.
       Antes de irse Moxxie le pidió una cosa:
       —Mañana quiero que vengas tan bien vestido como te sea posible Moxxie.
       —Si, su majestad.
      
       ***
      
       La mañana siguiente Moxxie se preparó con la ropa de siempre, a decir verdad, Moxxie era del tipo de persona que se viste para el trabajo que quiere, así que siempre estaba bien vestido.
       Al llegar a la mansión de Stella pasó sin problemas como ya era de costumbre, y esperando a Stella se quedó en la sala viendo que algo no cuadraba. Había mucho desorden y no estaba Andrealphus holgazaneando como es su costumbre. Además, Stella solía estar lista antes de que él llegara.
       —¿Qué tal? —Se escuchó la voz de Stella venir de un pasillo—.
       Al voltear Moxxie quedó boquiabierto.
       Stella traía sus pestañas más arregladas de lo usual, y más largas. Traía puesta una blusa blanca pomposa de los brazos; como su usual ropa formal cuando vivía con Stolas, pero esta tenía el cuello y el borde de las muñecas de color negro. Traía unos guantes negros que cubrían todo su antebrazo, pero no los dedos; unas uñas largas y arregladas, encima de su camisa traía otra más, está muy delgada y casi transparente de color rosa que solo cubría su pecho y abdomen; como los chalecos, no tenía mangas. Y por último un vestido de dos capas, la primera de blanco ligeramente opaco y la segunda de un blanco idéntico al de sus plumas, que en centro se abría para dar movilidad a sus piernas y seguía la curvatura de su cola, casi complementándola. Otros detalles negros en distintos bordes del vestido daban contraste con el resto del mismo. Sus plumas estaban hermosamente arregladas y cargaba un abanico grande que hacía juego con su ropa de un brazo y del otro tenía doblado un chal rosado; para cuando hiciera frío.
       Moxxie no podía congeniar una sola palabra. Stella vio eso como el mejor cumplido.
       —Un imp como tú no podría comprender lo que ve.
       —¿Cuál es la o-ocasión?
       —¿No te dije? Ohm... Es mi cumpleaños.
       —Felicidades su majestad. —Moxxie hizo una reverencia—.
       —Andrealphus va a llevarnos al salón de fiestas.
       Como reloj suizo, tan pronto terminó de decirlo sonó el claxon de un auto. Era Andrealphus con el vehículo de Stella. Moxxie asistió a Stella a subir al auto y el saltó a la parte trasera –Andrealphus manejó.
       Tardaron algo en llegar, pero valió la pena. Un edificio que parecía un almacén gigantesco, pero de construcción exquisita, no aluminio o algún metal, era piedra de distintos tipos y con distintos colores que daban un aspecto viejo y colonial.
       Dentro había un sinfín de mesas arregladas con finos centros de mesa; algunos listos para ser robados por los invitados más atentos. Un podio en el centro con una banda y lo que parecía la mesa de un DJ, pero sin nadie en ella.
       Una gigantesca mesa de regalos a un lado de la entrada hacía que Moxxie se sintiera mal por no traer algo, pero Stella lo empujó dentro, dándole a entender que no le importaba.
       De invitados había un sinfín de miembros Goetia, estaba también capos y otros seres demoniacos de alto rango, pero en la mesa principal, un lugar para Octavia (que estaba ya sentada en este), Stella, Andrealphus y para sorpresa de él, uno para Moxxie.
       La fiesta fue una maravilla, Moxxie no conocía a nadie más que a los primos de Stella que vio hace dos semanas; todos los demás eran completos extraños.
       Primero comieron, cortes de carne exquisitos, vino del más prestigiado y mucho más. Octavia teniendo que soportar el solo tomar bebidas sin alcohol fue tema de chiste en la mesa.
       Luego bailaron toda clase de música, para entonces el DJ ya estaba en escena poniendo música de todas las épocas que tuvieran un ritmo energético. Durante la danza Stella aceptó bailar con Moxxie un poco, lastimosamente la diferencia de tamaño fue una dificultad que costó caro, haciendo que Stella callera de espaldas y Moxxie sobre ella.
       —C-Cuanto lo siento su majestad, y-yo. —Moxxie no podía articular y estaba increíblemente avergonzado—.
       Stella solo se levantó y lo ayudó. Se vieron cara a cara de la forma más incomoda que te pudieras imaginar y Stella solo pudo decir una cosa al respecto:
       —Tengo un nombre, solo no lo gastes.
       —Perdón, Stella.
       El DJ vio esto y como si supiera el trasfondo de la situación, empezó a poner música romántica para que todos volvieran a bailar, haciendo sonar Hit me with your best shot –por Pat Benatar.
       Ambos hacían de esa tarde algo único, y la música solo hacía esto más fácil.
       Después de varias canciones Aamon se paró en el podio y comenzó a hablar de Stella, festejando su cumpleaños y deseándole felicidad, aplaudiendo su divorcio y hablando de lo bella que era Octavia. Stella levantándole el dedo mientras todos reían.
       Andrealphus, que llevaba tiempo viendo de lejos como los dos estaban cada más cerca empezaba a creer que Stella había olvidado su plan por completo (y si era el caso), tenía que arruinarlo de alguna forma.
       —¡Que siga Moxxie! —Gritó Andrealphus—.
       Stella pensó que era una gran idea y le suplicó al imp que subiera. Hasta Octavia estaba de acuerdo con que era un buen plan.
       —Ok, n-no soy el mejor con las palabras, pero... —Moxxie acariciaba el micrófono casi sudando—.
       Moxxie se le quedó viendo a Stella, no quería hablar mal de ella, pero si quería darle a entender que no lo había tratado de la mejor forma, que quizá podría ser distinta. Pero nadie crítica a la cumpleañera en su día.
       Incluso recordó su nota de renuncia en su saco y por un segundo pensó en leerla, pero tampoco pudo.
       La gente se ponía ansiosa mientras Moxxie se quedaba parado en silencio. Stella empezando a temer una escena dio un paso hacía él; fue allí cuando habló:
       —Stella, cuando te conocí... fue especial, quizá no de la mejor forma; pero podía ver en ti un gran corazón.
       Stella inmediatamente se sonrojó de mejilla a mejilla.
       —D-digo, tienes una gran... personalidad, y, uhm, a veces das miedo. P-pero es tu encanto, supongo. También puedes ser buena y amigable; eres una gran madre y creo que Octavia opina lo mismo. Y es un honor haber sido invitado a tu cumpleaños. F-f-feliz cumpleaños.
       Muchos comenzaron a reír cuando Moxxie mencionó su gran “personalidad” y que daba miedo, pero incluso Stella reía con él mientras ocultaba su rostro apenado. El único que no reía era Andrealphus, que daba por perdida la causa de Stella.
       El resto fue simple pachanga. Todos terminaron increíblemente alcoholizados.

«Amor, siempre no regreso esta noche.»
«¿Ya renunciaste?»
«No, está bien. No es necesario»

       ***
      
       A la mañana siguiente Moxxie amaneció crudo en el cuarto de invitados mientras Stella ya se curaba su cruda en la cocina.
       Moxxie entró a bañarse dejando su ropa en la cama. Con recuerdos vagos de lo que pasó anoche.
       Andrealphus; que fue el único que no se embriagó como los demás, pasó a desayunar también, pero molesto con su hermana por haberse rendido no le dirigió la palabra, ella con su migraña no podía ni molestarse con él.
       —¡Ugh! —Gritó Andrealphus—.
       —¿Qué quieres Andre?
       —Tu imp dejó su porquería aquí desde hace dos semanas. —Andrealphus arrogaba mientras aventaba la caja de cereal VoxO’s a la basura como si fuera veneno—.
       Stella se paró y tomó la caja, verla la hizo recordar las palabras de Moxxie en la fiesta y se fue directamente a verlo con todo y su caja de cereal.
       Stella tocó y tocó, pero Moxxie no salía, ¿Seguía dormido?
       Sin pensarlo más entró de todas formas y podía escuchar la ducha encendida y a Moxxie tararear la música de ayer. Stella pensó que sería lindo dársela en persona así que pensó en dar la vuelta, pero fue allí cuando vio su ropa, y vio una hoja asomarse del saco de Moxxie.
       Comenzó a leerla.
       Era todo lo malo que le había hecho durante la primera semana, cada vez con más detalle. La llamaba altanera, grosera, tóxica, prepotente, malagradecida. Una lagrima comenzaba a salir de sus ojos. Salió del cuarto de golpe, incluso azotando la puerta.
       El ruido espantó a Moxxie que inmediatamente salió de bañarse, al no ver a nadie se intrigó aún más y se vistió tan rápido como pudo sin darse cuenta de que algo faltaba.
       Al salir de la puerta estaba Stella allí de pie, con lágrimas en los ojos, Moxxie se puso pálido como un fantasma. No tenía idea de que había pasado y temía por lo peor para que alguien como ella estuviera llorando.
       —Stella bue-
       —¡No vuelvas a usar mi nombre!
       Stella le aventó su caja de cereal y la carta de renuncia.
       —Ahora lárgate de mi casa. Y quiero hablar con tu jefe, no me importa cuando.
       —Su maje-
       —¡Cállate!
       Moxxie vio la caja de cereal en sus brazos y su carta doblada y arrugada. Un extremo nivel de impotencia y coraje corrían por su sangre, quería explicarle, pero Stella no escucharía. Pero esa era la Stella que el conocía, la orgullosa y arrogante.
       Tomó sus cosas y se marchó. Mientras Stella se encerraba en la alcoba a llorar.
      
       ***
      
       —¿Qué pasó Moxx’? —Preguntaba Millie al ver a Moxxie llegar a casa desatendido y con rabia en su mirada.—.
       —Nada Millie, siempre si renuncié.
      
       ***
      
       —¿Mamá? —Preguntaba Octavia al otro lado de la puerta—.
       Al no recibir respuesta abrió la puerta y vio a su madre sentada y cohibida sobre la cama, escondiendo su cara en sus piernas.
       —¿Qué pasó mamá?
       —Nada Octavia.
      
       ***
      
       Stella había vivido muchas cosas con Stolas, durante su juventud también tuvo sus pequeñas aventuras, pero Moxxie parecía ser la primera vez que se lamentaba de perderlo. Como si fuera el único que la hacía sentir bien. Se sentía bien cuando llegaba a su mansión, se sentía bien cuando estaba con él.
       Recordaba cuando se quedaron a ver la televisión y ordenaron comida con Octavia. Cuando la ayudó en Hellgreens y cuando la volvió a ayudar aún después de insultarlo y tratarlo mal. Que más quería que dejar su vida y quedarse con él.
       Después de todo lo que le hizo él sonreía, después de como lo trató habló bien de ella en su cumpleaños.
       Después de todo quería que se quedara con ella.
       Podía escuchar su voz decir su nombre, podía escucharlo llamarla y que entre los dos se comenzaran a amar.
       Pero ahora no podía, su corazón estaba roto y su esperanza se había apagado. Su mente volvía a los recuerdos de lo que la hizo llegar a este punto, el plan de venganza contra Blitzo; pero incluso de eso ya no tenía ganas ni intención. No sabía si quiera si llevaría su crimen a cabo cuando lo viera. Si es que lo llegaba a ver.
       Octavia solamente la abrazó mientras ella seguía en silencio. En ningún momento paso por su mente que el causante de tanto dolor fuera Moxxie.
       Y allí seguía Stella, pensando en él hasta que doliera, pensaba si él estaba arrepentido, el tormento la partía a pedazos, deseaba poder recuperar la sonrisa que había obtenido con él. Sin nada de amor en su corazón de nuevo se sentía perdida, empezaba poco a poco a quitarle la culpa a él y ponerla toda en ella misma. Pensando en que seguramente ella ahora sufría lo que le hizo sufrir por tantos días.
       ¿Qué sería de ella ahora que no lo tendría a él?
       —Debiste darte cuenta de que algo falta. —Finalmente dijo Stella haciendo referencia a Moxxie—.
       —¿Él? ¿Qué tiene que ver?
       —¿Qué opinas de él, hija?
       —Me cae bien, es buena persona.
       —¿Soy buena persona también?
       —S-supongo que sí, aunque no cuando estabas con papá.
       —Ni lo menciones...
       —¿Acaso tú también...?
       —Irónico, ya lo sé.
       —Pues si papá puede ser feliz con uno, no veo porque tú no.
       —No... no lo creo...
      
       ***
      
       Moxxie lo habló con Millie cuando logró encontrar la calma; ella se limitaba a consolarlo, era como si ella supiera la verdad. Pero no le decía nada.
Millie siempre fue una gran esposa, encontró siempre gran apoyo de Moxxie, se sentía bien cuando estaba con él, se sentía mejor cuando se casaron y sabía que estaría siempre allí para ella. No podía darse a la idea de perderlo y escucharlo hablar de esa forma de Stella –de cómo se sentía ahora que todo volvía a una relativa normalidad.
       —¿La amas?
       —¿De qué hablas Millie?
       —No puedes mentirme Moxx’, como hablabas de ella estos últimos días, como te brillaban los ojos y sonreías, veía el mismo brillo y sonrisa en ti cuando nos enamoramos, ¿Recuerdas? Incluso después de tu extraña explicación no pudiste esconder que estas arrepentido de perderla.
       —P-pero, tú eres a quien amo.
       —A veces pasa que amamos a más de una persona y eso está bien. —Millie le acomodaba el cabello a Moxxie—. Siempre y cuando exista respeto entre todas las partes; claro.
       —No-no, no lo sé.
       Moxxie sentía en su corazón el corazón de Stella, palpitando al mismo tiempo que el suyo. ¿Pero cómo era posible que su amor estuviera en la línea?
       Este sentimiento lo aplastaba y él quería correr, estaba tan listo como un arma cargada lista para disparar.
       Pero no podía quitarse ese sentir de estar atrapado y confundido en un embrollo que no creyó jamás llegar a tener. Confuso al ver a Millie que no le permitía esconder su corazón. Si no le daba las alas a su corazón; jamás podría volar.
       Tenía que romper las paredes de su prisión, cortar la cerca, pero había dolor; dolor que quemaba en sus ojos.
       Además, él no sabía que Stella también lo amaba, para él la imagen era que ella no lo amaba como él a ella. No podía permitirse creer lo contrario tampoco.
       No quería admitirlo a Millie tampoco pues no creía que fuera capaz de entenderlo.
       —Habla con ella Moxx’
      
       ***
      
       Pasaron unos días antes de que Moxxie tuviera el valor de hablar con Stella, pero no tenía opción, debía hacerlo. Como siempre, se dirigió a casa de Stella a medio día y tocó la puerta.
       Como un milagro; si es que estos eran posibles en el infierno, Stella salió.
       —Stella, esa carta, no era-
       —No importa Moxxie. Fue tonto de nuestra parte olvidar que era solo trabajo.
       —N-no entiendes. —Moxxie empezó su sermón—. Cuando veo tus ojos sé que tengo razón, y que si hay algo que vale la pena pelear por; es el amor. Solo tenemos una oportunidad en la vida y.… tu eres lo que quiero. Ya hablé con Millie y si no tienes problemas; ella tampoco. —Tomó un segundo para tragar aire—. Correr del otro no nos hará libres. Quiero sostenerte ahora y por siempre, olvida el estúpido pasado y déjalo atrás. No sé porque, no sé cómo, Stella... te amo.
       El silencio gobernó un eterno segundo que se sintió como un minuto, un minuto que se sintió como una hora y una hora que se sintió como la eternidad.
       —Moxxie. —Finalmente habló Stella—. Asumiendo que te amara yo. Diría cosas como que desearía darte el mundo entero, protegerte como tú me has protegido a mí, regalarte el infierno en bandeja de plata. Pero cuando estoy contigo todas mis fuerzas se van y me vuelvo vulnerable como si cualquier cosa pudiera acabar conmigo en ese instante. Quizá sería capaz de escribirte un gran poema o aprender a cocinar para ti. Diría que me tienes tan enamorada que solo podía soñar con este día llegar. Asumiendo que te amara.
       —¿Me amas?
       Stella suspiró, recogió su vestido y se hincó; estando frente a Moxxie, casi como el día del cumpleaños, cuando Moxxie cayó sobre ella y sus caras por primera vez casi se unieron.
       —¿Debería amarte?
       Stella tomó a Moxxie de los hombros y le regaló un beso en los labios, su pico se sentía tan extraño para él, pero poco le importaba. Y al ritmo de You Can´t Hurry Love de Phil Collins sonando en el carro de Stella; era hora de una verdadera cita.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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First in pool
The Swan Swims
A veces la gente más cruel puede llegar a tener el corazón mas grande, solo hace falta la persona correcta para encontrarlo. El momento perfecto y la canción correcta. A veces solo hace falta hablar.

Keywords
stella 559, moxxie 489, romcom 10, stelloxxie 5
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Type: Writing - Document
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Rating: General

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