Seguidos por los deseos de la botella jugamos a verdad y a mentira. La infancia cambiaba a algo que no era ni inocente, pero era... natural. Pobres. Ciegos ante los deseos del juego de la curiosidad aparecieron los opuestos:
Amor, odio. Deseo, repugnancia. Timidez, temeridad. El mejor de los recuerdos; el peor de los traumas.