La puerta se abrió, y la luz externa iluminó el oscuro habitáculo. Dos figuras se entrecortaron con la luz. "Sal!" gritó uno. Se oyó un gruñido, y entonces una sombra se levantó, cabizbajo por la luz. Una de las figuras movió el brazo, agarrando a la sombra por unas cadenas, que sonaban y resonaban cada paso, estridentes.
Al salir de la celda, la luz iluminó por completo las figuras. Un largo pasillo rodeado de puertas enumeradas, y vigilado por dos hombres y un lagarto antropomórfico, con sus armaduras. La mujer, humana, esbelta y salvajemente hermosa, que ocultaba sus formas con unos ligeros y algo sucios trapos rojos, no muy brillante mas bien un rojo oscuro, similar al color de la sangre ya seca, esta mujer con una daga colgando en la cintura, sujetaba al prisionero por unas cadenas que sujetaban sus muñecas. Este, el prisionero, iba semidesnudo, calzado con unos trapos atados a la altura del tobillo, era un lobo de aspecto domesticado, similar a un perro, con un pelaje de tonos claros con algunas áreas de pelaje oscuro. El soldado que dio la orden era un dragón joven, pero con el ojo de la vieja experiencia, de escamas azules, oscuras como la noche. Se podía apreciar algunas marcas de guerra, y no tenía pinta de ser amigable. Era antropomórfico, y sus alas... no tenía, aunque se podía apreciar un par de bultos pequeños en su espalda. Se ve que llegó a su puesto por méritos, luchando por ello.
Al final del pasillo, unas escaleras invitaban a subir, vigiladas por uno de los hombres. El dragón asintió con la cabeza al guardia, y este le abrió el paso asintiendo.la comitiva subió varias plantas, todas iguales. A partir de la sexta planta que subían, la cosa cambió. Ahora eran amplios pasillos, llenos de gente con traje, ciudadanos, y agentes de policía. El bullicio de la ciudad llegaba al edificio. Normal, siendo un centro neurálgico de la justicia. Tras dos o tres plantas mas, dejaron de subir escaleras, y se encaminaron hacia una puerta grande, para el prisionero una puerta grande mas de las que había. Al entrar, un juicio aún estaba sucediendo. La mujer se quedo junto a la puerta, sujetando al acusado, mientras el dragón se dirigió hacia el estrado, en un lado de la pared. No hicieron mucho caso al juicio en curso, y cuando terminó la mujer puso al prisionero en el banco de los acusados.
"Veamos que nos toca ahora..." dijo el juez, un viejo pero visiblemente simpático "Caso 3276BCFF12". El juez empieza a leer el sumario del caso, mientras los encargados entregaron copias del documento al jurado.
"No puede ser..." dijo el juez, con la cara desencajada. "Ese lobo... HA HECHO ALGO IMPERDONABLE!" exclamó señalándole acusadoramente, mientras los gritos de horror de los jurados mas aventajados en la lectura del sumario se escuchaban en la sala. El público observaba la escena, atónitos, con miedo de saber de que se le acusa a aquel lobo de apariencia tan mansa.
"Muerte!" "pena máxima!!!" gritaban los jurados. "Ese lobo... HA MATADO A UN GATITO!!!" exclamó el juez, acusadoramente. Todo el público entro en shock, horrorizado. Muchos gritaron, y el juez no tardó mucho en dar su veredicto. Serio, el juez sentenció la vida del prisionero "Muerte...".
En el momento que el juez golpeó el clásico martillo, la chica cogió su temible daga, y en un rápido y efectivo movimiento cortó la piel del prisionero, muy cerca del cuello, quizás demasiado cerca. El lobo soltó un gemido de sorpresa, antes de caer incosciente al suelo.